
Entender cómo se forman las sociedades híbridas de frontera en la época feudal y los diversos tipos de feudalismo, así como sus efectos medioambientales es el objetivo del proyecto de excavaciones que desde hace unos años se lleva a cabo, cada verano, en el castillo de Molina de Aragón.
Bajo el nombre de “Landscapes of (Re)conquest: Multicultural Frontiers of south-western Europe” o Paisaje de Reconquista está codirigimos por Guillermo García-Contreras, Aleks Pluskowski y Michelle Alexander en un proyecto internacional de la Universidad de Granada, la University of Reading y la University of York.
Desde hace cuatro años trabajan en este monumento que, si bien es conocido como un castillo, ellos lo califican de villa fortificada. “Aquí hablan de castillo, pero pensamos que es demasiado grande para serlo y parece más bien una villa fortificada. Es diferente ya que una villa fortificada es una ciudad con gente, donde hay talleres, artesanos tiendas, casas normales, corrales, etcétera”, explica García-Contreras, quien señala que lo que inicialmente comenzó como un proyecto piloto hace cuatro años, en 2018 “conseguimos un proyecto internacional financiado por la Asociación de Artes y Humanidades de Reino Unido, que es como la Agencia Estatal de Investigación del Reino Unido” y que cuenta con más de un millón de euros para su desarrollo.
El proyecto tiene una perspectiva espacial muy amplia, que incluye desde el sur de Francia y toda la península ibérica hasta la frontera del reino nazarí. Sin embargo, el castillo de Molina de Aragón fue elegido para su estudio por las condiciones idóneas que reunía. “Hace muchos años hice mi tesis doctoral sobre la zona entre Atienza y Sigüenza y de aquella conocí Molina de Aragón y me pareció que reunía una serie de condiciones muy interesantes. En general, todo el territorio de Guadalajara porque aquí se dan diferentes tipos de feudalismo: hay señoríos reales como Atienza, señorío Episcopales como el de Sigüenza y Señorío nobiliario como el de Molina de Aragón. Estudiarlo aquí era la forma de entender también si el feudalismo y estos cambios medioambientales eran iguales para toda la sociedad cristiana de la Edad Media o había una diferencia entre territorios”, explica Guillermo García-Contreras.
El proyecto tiene una perspectiva medioambiental por lo que todo el equipo, que ronda la decena de personas entre expertos y alumnos, tiene formación en esta disciplina que va desde especialistas en arqueología del paisaje, arqueología ambiental, geo arqueología, entre otras. “Estudiamos el yacimiento arqueológico y dentro de esto lo más importante son los castillos porque ahí es donde estaban los señores feudales que son lo que promovieron los cambios medioambientales. Eran ellos los que exigían a los campesinos trabajar de una forma o cultivar determinados productos. Y también trabajamos en distintas partes de los territorios tales como terrazas de cultivos, los lagos para analizar el polen, acequias, etcétera y ver el consumo del tipo de alimentos, el tipo de animales que se criaba, si las ovejas eran de un tipo u otro”, explica este experto.
Además de en Molina, en septiembre continuarán su trabajo en el castillo de Atienza.
Desde el punto de vista científico, señala Garcia-Contreras, “hay que reconocer que castillos como el de Atienza o Molina de Aragón ofrecen unas condiciones de investigación que no ofrecen otros castillos más pequeños y no tienen el apoyo que tenemos aquí. Aquí tenemos un Geoparque, un museo y demás que apoyan nuestra investigación”, destaca este experto quien volverá los próximos dos años a continuar con el proyecto.
En este sentido, agradecen el apoyo recibido tanto por los dos Ayuntamientos de Molina de Aragón y Atienza como del Geoparque de Molina-Alto Tajo y la Junta de Comunidades que les apoyará este año en la parte de investigación que realizarán en Atienza en septiembre.
En relación a los desprendimientos de la muralla y el mantenimiento del castillo de Molina, García-Contreras afirma que “una villa fortificada como la de Molina necesita mucha inversión. Sobre todo, en una primera etapa de mantenimiento porque no se trata de reconstruir sino mantener”.
En este sentido, destaca que se trata de uno de los recintos fortificados más grandes de España, pero “es como un envoltorio de un regalo, que está vacío porque dentro no se ha excavado apenas. Estas catas que sacamos esperamos que se queden para que el pueblo recupere la identidad y que la gente conozca más cuando la visita, fomentando también así el turismo”, añade.
Cuando concluyan sus trabajos en las excavaciones, de un mes de duración tanto en Molina como en Atienza, tendrán más de tres meses de trabajo en laboratorio, tal y como destaca este codirector.
Fotografías cedidas por el proyecto de investigación.