
La custodia del territorio, fomentar el diálogo intergeneracional, desarrollar actividades de educación y sensibilización ambiental y potenciar la responsabilidad social corporativa son algunos de los objetivos de la Asociación Micorriza. Nacida hace siete años de la mano de un grupo de jóvenes de la comarca de Molina de Aragón. Desde entonces no han dejado de realizar proyectos de la mano de entidades públicas y privadas, así como a través de convenios con ayuntamientos para labores de conservación o de restauración de espacios degradados, desde mejoras de hábitat para fauna como algún tipo de inventario de carácter técnico de la flora o fauna, así como jornadas de concienciación y sensibilización medioambiental.
Actualmente realizan trabajos para los ayuntamientos de Checa, Molina de Aragón o La Yunta, entre otros. La mayoría en la comarca de Molina, pero también en otros puntos de la provincia, así como en las vecinas comunidades de Madrid o Castilla y León.
No obstante, tal y como señala Ossian de Leyva, uno de sus miembros e impulsores, este año es diferente. “Este año, por el tema del covid-19, ha habido un gran parón, aunque hemos seguido haciendo algunos voluntariados, pero más pequeños que otros años”, apunta Leyva.
Proyectos de recuperación del olmo
Desde hace varios años, Micorriza participa en proyectos de recuperación del olmo con diversas plantaciones en municipios en colaboración con los ayuntamientos y el resto de ongs conservacionistas de la provincia, la Universidad Politécnica de Madrid y el Ministerio de Medio Ambiente; así como la recuperación de olmedas resistentes a la grafiosis que es un programa de restauración naturalizado, en este caso, en Huertahernando, cerca del río Ablanquejo, en la zona de Molina donde “continuamos con una plantación que ya tiene dos años y seguimos haciendo el mantenimiento”, explica Leyva.
Si bien la mayoría de los proyectos de plantación han concluido, realizan labores de mantenimiento que sufragan gracias a los trabajos que realizan en materia de gestión forestal sostenible con diversos ayuntamientos y que les permiten tener ingresos que revertir en el mantenimiento de las olmedas, entre otras acciones.
Recuperación de chozones
A nivel de patrimonio etnográfico, Micorriza continúa con la recuperación de los chozones sabinero. “Recientemente hemos terminado una en Ablanque, el pasado año hicimos otro en Escalera y también en Ablanque”, comenta Leyva que señala que con este son ya “cuarto los chozones rehabilitados de ganadería tradicional. Comenzamos haciendo cosas muy sencillas, aprendiendo el rebardeo de Amado, un vecino de Lebrancón, que nos enseñó como se hacía tradicionalmente estas construcciones”, explica Leyva, quien señala que actualmente realizan la reconstrucción total del chozón.
Estos chozones se concentran en la comarca de Molina, especialmente en la zona donde existían sabinas, pero también hay en la zona de Sigüenza y en el sur de Soria.
“Es una construcción muy singular porque no es un chozo de pastor, pero tampoco es un corral para ganado, es un poco más grande”, explica Leyva y además aprovecha los árboles vivos, en este caso las sabinas, para su construcción. “En unos casos se construyen en torno al árbol o bien integrándolo vivo en el muro perimetral. Con lo que hace una función de doble tejado, también de microclima entorno a él, aporta estructura y es una manera bastante sostenible e inteligente de usar los elementos del entorno y llegar a un equilibrio”.
Estas rehabilitaciones se llevan a cabo gracias al apoyo de algunas empresas que colaboran dentro de su responsabilidad social corporativa a lo que se suma el voluntariado de la Asociación.
Además, esta Asociación se encarga de las dinamizaciones de las rutas de interpretación del Parque Natural del Alto Tajo, en colaboración con la Junta y Geacam.
También han llevado a cabo trabajos de conservación del pinar de Sigüenza como en Valdeluz, en Yebes, “donde estamos desarrollando modelos de sostenibilidad en dos zonas periurbanas forestales a través de la custodia del territorio”.
Pese al año excepcional que vivimos, cerca de 200 voluntarios han participado en las actividades de este año, por debajo de la media habitual, a lo que se suman otras cerca de 250 personas que han participado en rutas de interpretación o acciones de sensibilización o educación ambiental y una cifra similar han participado en acciones de responsabilidad corporativa.
Los casi 80 socios y el equipo técnico de cuatro personas que conforman Micorriza ya tienen la mirada puesta en el 2021, con el que arrancarán nuevos proyectos ya aprobados pero pendiente de su publicación.
Fotografías: Asociación Micorriza.