
Hasta 22 pueblos del Señorío de Molina siguen realizando sus tareas agrícolas sin haber realizado la concentración parcelaria, una de las iniciativas más positivas que se recuerden en España para el sector agrícola.
Ahora, con la publicación de un nuevo decreto por el que se regulan las concentraciones parcelarias en Castilla-La Mancha, se abre una nueva posibilidad para estos pueblos, ya que según explica el delegado del área en Guadalajara, Santos López, “el tamaño de las parcelas agrícolas y su dispersión son condicionantes que impiden el desarrollo de nuevas producciones, que requieren de mayores superficies para su rentabilidad o para su mecanización”.
Efectivamente, aquellos pueblos que hicieron realidad la concentración hace años han experimentado un gran desarrollo en su agricultura, con amplias parcelas, mejoras en los caminos y todo tipo de acceso, limpieza de arroyos y cunetas y muchos otros beneficios asociados a estos proyectos.
En la comarca, todavía no han realizado este proceso 22 pueblos, en concreto Anquela del Ducado, Baños de Tajo, Castilnuevo, Chequilla, Cobeta, Cuevas Labradas, Fuembellida, Lebrancón, Mochales, Molina de Aragón, Olmeda de Cobeta, Orea, Otilla, Peñalén, Peralejos de las Truchas, Poveda de la Sierra, Taravilla,Tobillos, Torete, Torremocha del Pinar, Ventosa y Villel de Mesa.
La delegación de Agricultura está organizando distintas reuniones informativas en los pueblos que así lo solicitan para poner en conocimiento de los agricultores las nuevas herramientas de que disponen para la ejecución de estos proyectos de concentración, con “los que incluso aquellos que creen tener peor suerte en la distribución de las parcelas ganan mucho más de lo que imaginan y con el tiempo se dan cuenta todos”, – señala un agricultor que lleva años trabajando con la concentración en la Sexma del Campo-, “las ventajas son extraordinarias para la agricultura actual”, nos remarca.
El interés que representa al concentración parcelaria para el sector en términos económicos, sociales y medioambientales se justifica porque en zonas ya concentradas el número de jóvenes que se incorpora a la actividad agraria y las inversiones privadas para modernizar las explotaciones son mucho mayores que en zonas sin concentrar, así se mejora la rentabilidad, la diversificación de productos y el ahorro energético, entre otros muchos beneficios.